jueves, 20 de agosto de 2015

OSEAS. CAPÍTULO 10.

3. En la tierra: vid frondosa (Is 5,1-7; Ez 15; Sal 80)

101Israel era vid frondosa, daba fruto:
cuanto más fruto, más altares;
cuanto mejor iba el país, mejores estelas.
2Tienen el corazón dividido, y han de pagarlo;
él desnucará sus altares, arrasará sus estelas.
3Sí, ya pueden decir: "No tenemos rey,
no respetamos al Señor;
el rey, ¿qué puede hacernos?".
4Hablan y hablan, juran en falso, firman alianzas;
florecen los pleitos como la cizaña
en los surcos del campo.
5Los vecinos de Samaría tiemblan
por el novillo de Betavén,
el pueblo y los sacerdotes
hacen duelo a su Dios,
se revuelcan porque su gloria
ha marchado al destierro:
6se la llevan a Asiria como tributo a su dios.
La vergúenza se adueña de Efraín,
Israel se avergüenza de su plan.
7Samaría y su rey desaparecen
como astillas que se lleva el agua.
8Son destruidos los altozanos idolátricos,
el pecado de Israel.
Cardos y abrojos crecen en sus altares,
gritan a los montes: "¡Cubridnos!",
y a los collados: "¡Aplastadnos!".

4. En Gabá

9Del tiempo de Gabá arranca el pecado de Israel;
allí me hicieron frente;
¿no los sorprenderá en Gabá la guerra?
10Contra los malvados
he venido para aprisionarlos,
los pueblos se reunirán contra ellos,
aprisionándolos por su doble culpa.

5. En la tierra: novilla de labranza

11Efraín es una novilla domesticada
que trilla con gusto;
pero yo echaré el yugo a su hermoso pescuezo,
engancharé a Efraín para que are,
a Jacob para que labre la tierra.
12Sembrad según justicia, cosechad con lealtad,
roturad vuestro barbecho,
que estáis a tiempo de buscar al Señor,
hasta que venga y os dé la lluvia conveniente.
13Arasteis maldad, cosechasteis crímenes,
comisteis el fruto de la alevosía.
Por confiar en tu poder,
en la multitud de tus soldados,
14clamor de guerra se alzará contra tu pueblo;
tus fortalezas serán arrasadas,
como arrasó Salmón a Bet Arbel;
cuando la batalla,
estrellaron a la madre con los hijos.
15Así harán con vosotros, Betel,
por vuestra maldad consumada.
De amanecida desaparecerá el rey de Israel.

Explicación.

10,1-8 Se van entrelazando con calculada correspondencia pecado y castigo, enmarcados por el beneficio inicial y el grito de fracaso final. Tema dominante son los cultos idolátricos y del "novillo" de Betel.

10,1 La imagen de la vid se hará tradicional: Is 5,1-7; Ez 15; Sal 80 etc. Responde a la época de Jeroboán II, como ciclo de lo múltiple a lo múltiple: a más propiedad más altares, contando que a más altares más prosperidad.

10,2 No es multiplicación, sino división: los muchos santuarios responden a un corazón dividido, contra Dt 6,4. Con esa división incurren en reato: cuanto más altares, más deudas. "Desnucar" parece metáfora de romper los cuatro salientes angulares de los altares, garantía de su consagración y su virtud sagrada.

10,3 Es dudoso el tono con que se pronuncia la primera frase: ¿desolación o triunfo? Por el paralelismo y por el contexto, optamos por lo segundo. Negada la autoridad del Señor y del rey, cada uno "hace lo que quiere" (Jue 17,6; 21,25); sin trabas divinas ni humanas, reina la inmoralidad en las relaciones civiles.

10,4 Entre la pluralidad de significados de mispat el contexto pide algo negativo. En los surcos del campo, lugar de la fertilidad, pululan plantas venenosas que envenenan la vida ciudadana.

10,5-6 El novillo de Betavén (deformación de Bet-El) es la imagen del Señor entronizada en el templo nacional por Jeroboán I (1 Re 12) y venerada por la población. En su honor se celebran cultos ilegítimos, fomentados por los sacerdotes cismáticos. En concreto, un duelo como por una divinidad que muere y resucita (Baal, Tamuz, Adonis). En castigo, el rito se volverá realidad: tendrán que llorar por "su dios" impotente y desterrado, por su propio engaño y fracaso. El ídolo será llevado como tributo o trofeo a la corte imperial.

10,8 Al grito de triunfo hace eco un grito desesperado: mejor morir en una catástrofe natural, a manos del Señor, que a manos del ejército enemigo. Por lo que tiene de desesperado y final, el grito lo recogen Lc 23,30 y Ap 6,16.

10,9-10 El crimen de Gabá es probablemente el narrado en Jue 19, que provocó la guerra civil contra la tribu de Benjamín. Si es válida la hipótesis, el pecado original de Israel es anterior al cisma y la monarquía; fue un delito de lesa humanidad. La situación se prolonga, y ahora es una coalición de pueblos a la que ataca a Israel. Como el Señor "vino" a Egipto para liberar al pueblo, así ahora viene a "apresarlos"; o, según las versiones, "a darles una lección".

10,11-15 Una nueva comparación animal introduce un desarrollo en términos agrarios. La novilla domesticada = Efraín, sometida al yugo = ley, trabajará para producir buenos frutos = conducta. En 4,16 aparecía como "vaca brava". Entrando en Canaán, Jacob = Israel se hace labrador, el Señor lo encamina al trabajo productivo. Israel ha hecho lo contrario (13): se ha dedicado más al poderío militar (13), que será su fatalidad (14).

10,12 Contiene varias expresiones de doble sentido. Sembrar según justicia, ateniéndose a las normas del oficio (Is 28,23-29) y respetando derechos ajenos. Cosechar lealmente, teniendo en cuenta normas de caridad y generosidad (Lv 19,9s; dt 24,19-22). Roturar barbechos: respetando la tierra (Lv 26,36); o bien campos novales, no acumular sin cultivar.

10,13b-14 El pecado es semejante al de 8,14. Confiar en la fuerza militar es una especie de idolatría de consecuencias fatales. Empuja a una política de resistencia y desafío, la cual provoca al enemigo, que responde con su poder superior y aplastante. Desconocemos esa batalla de Arbel.

10,15 De madrugada: cuando apenas comienza la batalla (2 Cr 20,15; Is 17,14). El último rey de Israel, Oseas, fue encarcelado por Salmanasar V antes de comenzar el asedio de Samaría.

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