lunes, 10 de agosto de 2015

OSEAS. INTRODUCCIÓN. TEMAS.

            Oseas es sobre todo un profeta acusador, y el pecado capital que denuncia es la infidelidad al Señor, presentada como fornicación, prostitución o adulterio.

            La infidelidad se muestra ante todo en el culto a Baal, dios de la fertilidad, y sus manifestaciones locales, los baales; en su culto se practicaba a veces la prostitución sagrada. Ese pecado acarreará la infidelidad de las mujeres, los hijos bastardos, la esterilidad. En el culto a Yhwh continuaba la perversión de representarlo en imagen de toro (4,15-18; 7,16; 8,5s; 10,5s; 12,9).

           Otra forma de infidelidad son las alianzas políticas, en particular con Asiria y Egipto, cuyo poderío político y militar ocupa e puesto de Dios. Sus consecuencias son la dependencia política y económica, tributos onerosos, al final la represión y deportación (7,8-12; 8,9s).

           Internamente, un delito de la primera etapa era la confianza en fortificaciones militares y en las riquezas (8,14; 11,13s; 12,9). Otro delito era la ambición, con sus secuelas de usurpaciones, inestabilidad, debilidad del rey, política de alianzas y rebeliones fatales (7,3-7; 11,15; 13,10s).

          Finalmente, aunque menos desarrolladas, suenan las denuncias de las injusticias sociales (4,1s; 6,6-9; 7,1; 10,12s).

          La historia de salvación. Un tema peculiar de Oseas es su interpretación crítica del pasado. Las referencias se adensan a partir del capítulo 9. El pecado de la monarquía arranca de su origen, concesión airada del Señor (13,11). Más arriba aún está el origen del pecado, desde el patriarca Jacob. Con los castigos el pueblo no escarmienta; por lo cual se llega a la destrucción del reino. Pero ésa no es la última palabra del Señor; porque sigue amando, habrá salvación. El perdón está concedido antes de que el pueblo se convierta.

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